jueves, 16 de enero de 2020

FUERTEVENTURA


Vientos secos e incesantes decapitan estas desérticas tierras desoladas en una estampa distinta de la que me acostumbrado a Canarias. La imagen de lomas aridas y terrenos volcánicos dibujan un escenario de eterno silencio y desamparo. Horizontes no alejados del interminable azul entre el cielo y el océano. Venir a Fuerteventura es venir a un paraíso de playas de arena blanca y fina, bañadas por un mar irreal, un color de agua no de este planeta. Intentando aislarme de la vorágine turista, voy descubriendo una tierra inefable en la que hay algo mas que costas y playas.
 
Risco de las Peñas y su barranco
Barranco de Betancuria
Presa de las Peñitas y Barranco de Mal Paso
Montaña de Tindaya
 
La nada, tremendos llanos en los que no hay indicios de vida alguna. Una tierra tan aspera y descarnada que hasta las cabras cuesta de ver. Un autentico eden que contagia paz y tranquilidad. En mitad de esa nada, aparecen pequeños oasis, pequeños pueblos y viviendas que se han hecho a esta vida tan excelsa. Casas y aldeas de interior juegan en desventaja con nucleos de costa mas visitados por la demanda social que acaparan sus playas. Inmensos arenales, kilómetros de playas y un sinfín de dunas y calas pétreas delinean el perfil de este litoral canario.

La nada
Derrumbe en forma de cueva
Lomerio
Antiguos bancales

Fuerteventura se presenta al viajero entre otras cosas, como un reducto contemplativo, momentos placidos y serenos en un espacio en el que el tiempo dicen que esta con una hora de retraso. Parece que a lo que llaman tiempo allí, aqui transita mas pausado en estos paisajes netos. Paisajes vacios a la vista, pero llenos de melancolía. Degustando lo autóctono, lo autentico, como uno de los mejores quesos de cabra que he probado nunca, a la altura de los de Teno Alto (Tenerife), el estofado de cabra que quita los sentidos, y como no, el mejor pescado que dan las islas: vieja, sancocho, cherne, sama... por citar algunos alimentos imprescindibles si hablamos de gastronomía majorera y atender también lo material. 
 
Playas de Corralejo
Al cobijo del viento
Gran Tarajal
Dunas de Corralejo

Pero volviendo al interior de la isla, donde los campos transpiran soledad y reposo, encontramos la nostalgia de esta tierra que un dia lloro magma. El único ruido que escucho es el viento cuando roza mis orejas en este suelo tan deshidratado y crudo. No he encontrado ningúna fuente de agua en mi camino y verla correr en un grifo me hace valorarlo mas de la cuenta. He podido disfrutar del sol casi constante que cubre esta isla, aunque realmente la sensación térmica es mas baja debido al viento del Este. No hay barrancos deportivos, ni cuevas interminables, pero esta islita puede calar el fondo de mas de un corazón.
 
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Guize y Ayose


Bolcan de Bayuyo
Intentando hacer amigos...
 

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